Según datos del Centro de Estudios de la UIA (CEU), en el último año la industria manufacturera perdió 20 mil empleos y en marzo de este año la utilización de su capacidad era la mitad, 54%.
El último informe de Coyuntura del Observatorio Pyme, por su parte, asegura que el 64% de las pymes manufactureras muestra preocupación por la caída de ventas y el 42% se siente amenazada por las importaciones, cifra que supera los registros del 2018 (40%), 2016 (39%) y 2009 (36%).
El economista Juan Carlos Hallak, por su parte, señaló que la situación de la industria es compleja, pero sobre todo heterogénea.
“Hay sectores más expuestos a la presión importadora, por la apertura y el tipo de cambio, a todas luces atrasado. Y otros que están expuestos a una menor presión, pero enfrentan una caída en la demanda interna, por lo que en la medida que se expanda el mercado interno, se van a recuperar. Hay menos trabas y más crédito. Pero hace falta mejorar la infraestructura, fomentar la innovación, la inversión en I+D y la promoción comercial”, explicó.
Para Tomas Canosa, exsecretario Pyme de la Nación y actual coordinador económico de FUNDAR, la coyuntura productiva marcada por una fuerte desregulación y un tipo de cambio apreciado pone en jaque a muchos sectores productivos.
“El punto central es que sectores como indumentaria, calzado, madera y muebles y juguetes, que son los que más sufren, son muy intensivos en trabajo. Eso aumenta tensiones con los sindicatos y la necesidad de lograr acuerdos en un contexto comprometido en términos de producción y ventas”.
El consultor Simon Lutvak afirmó que con la apertura, las pymes pierden mercado, se ven obligadas a competir con jugadores profesionales y de amplias espaldas financieras, lo que las induce a adoptar maniobras defensivas.
“Se ven distintas acciones. Desde bajar precios o resignar rentabilidad, pasando por ampliar el territorio, hasta cambios culturales como involucrar a los gerentes de todas las áreas en ventas y oportunidades de negocios. Y ante la amenaza importadora, la fidelización suele buscarse con la diferenciación, los servicios técnicos, de mantenimiento y extensión de las garantías”, dijo.
En el siguiente informe, seis empresarios describen su presente y los mecanismos implementados para mantenerse en pie.
Plan Z
“Hasta mayo de este año las ventas fueron flojas respecto al año pasado, cuando cayeron un 40%. Pero ahora enfrentamos una ola de productos importados que amenaza a cambiar drásticamente el mercado de juguetes local”, dijo Fabiana Fabbri, presidenta del fabricante Plan Z.
La empresa, que desde hace veinte años fabrica juguetes didácticos para todas las edades, enfrenta un delicado escenario al punto de impedirle realizar las tareas de mantenimiento industrial.
“Esto se parece a una economía de guerra, pero quiero ser proactiva, apostando a la imaginación y a la innovación. Hemos sacado una serie de productos novedosos, con los que damos batalla. No bajamos los precios, pero tenemos los mismos de hace seis meses. Y estamos promocionando con community managers e influencers”, dijo Fabbri.
El año pasado la empresa sacó al mercado un juego de encastre de las provincias argentinas, con información sobre cada una de ellas, y en el mismo formato, otro juego con el mapa mundial. Luego apareció ¿Cuál es? Retro, juego de cartas para adultos mayores, con dibujos de artículos pasados de moda, y más recientemente ¿Cuál es? Previas, para las clásicas reuniones adolescentes que preceden las salidas nocturnas. De cara al Día del Niño, acaba de presentar Mi Primer Ajedrez, donde cada pieza consigna sus posibles movimientos.
Fabiana Fabbri es Analista de Sistemas. Llegó a ocupar cargos jerárquicos en Accenture e YPF. Decidió dejar el mundo corporativo años atrás, cuando estaba embarazada de su primer hijo. Probó con una juguetería y descubrió que la venta no era para ella. Entonces se decidió por la industria.
Asegura que en la actualidad hay jugueterías que están importando juegos didácticos como Classic World, Crocodile Creek o Djeco, a precios razonables.
No la divierte. Pero dice que aprende todos los días. “La fábrica es una pasión, pero hay momentos muy complicados. Creí que lo peor había sido con Macri, porque el dólar estaba muy bajo y entraba mucho importado. Apenas pude invertí, aposté a la innovación y gané en competitividad. Así y todo el año pasado fue fatal”.
Borcal
Daniel Risafi es el director general de Borcal, empresa nacida en 1940 que hoy es líder en la industria del calzado de protección o seguridad. La firma es proveedora de muchos sectores industriales, así como de las fuerzas de seguridad.
“Enfrentamos una situación muy complicada, porque las empresas postergan la compra de indumentaria y calzado para sus operarios y en el mercado han aparecido marcas del exterior que no cumplen con los requisitos técnicos y los inspectores ya no son rigurosos. Estamos ante un vale todo”, dijo Risafi.
El empresario afirmó que no basta con una puntera de acero para considerar que un calzado es de seguridad. Hace falta cumplir con Normas IRAM, con la trazabilidad del cuero y con materiales resistentes.
“Ya no hay controles en la Aduana, entonces entran productos que se parecen pero no son. En la actualidad entra calzado de China, que no cumple con las normas locales, a US$14 el par. Y yo solo de costo tengo US$19. Y eso que trabajo con tecnología de primera generación”.
Risafi contó que hace dos años invirtió más de US$800 mil en equipos italianos de corte y costura automática. “Hasta hace unos años se usaba el molde y el troquel, ahora la computadora diseña y digitaliza el producto y le ordena a la máquina que corte y pegue tantas piezas como se le indique. Lo que antes demandaba treinta días, ahora se hace en una hora”.
Ante el desafío que significa la recesión interna y la mayor competencia extranjera, desde hace varios meses Brocal trabaja a media máquina.
“Eliminamos un turno y compramos menos materia prima. La rentabilidad la hemos perdido por completo: estamos concretando operaciones con el 80% al precio de lista y 20% al costo”, agregó Risafi.
Paralelamente, la empresa busca ampliarse a través de las licitaciones de indumentaria de las policías provinciales, que por lo general cuentan con un compre local que margina a los fabricantes de otras provincias. Para entrar en la convocatoria, la empresa le regala a la repartición 5 pares de calzado de seguridad.
Anesthesia
Con planta en la localidad bonaerense de Brandsen, Anesthesia es una fabricante de dispositivos y componentes médico-hospitalarios. La fábrica ocupa 5.500 m2, con departameno de I+D y laboratorio de alta complejidad. La dotación es de 100 personas, la mayoría profesionales y técnicos. Se especializa en la elaboración de productos para aplicación de anestesias, prácticas de hemoterapia, terapias de infusión y accesos vasculares.
En el mercado interno compite con productos provenientes de Estados Unidos, Reino Unido, Francia, China, entre otros. Su CEO Juan Manuel López aseguró que los precios de estos productos pueden ser más caros, de similar valor y también mucho más baratos.
“Una guía o bajada de suero nuestra puede usarse hasta siete días sin riesgo alguno de infección, y el mismo producto de inferior calidad a los tres días suele perder su hermeticidad aumentando el riesgo de contaminación. Pero hay claras diferencias de precio: el dispositivo llamado ‘puerto libre de agujas’, que permite la infusión de medicamentos de forma segura, se importa de China a 65 centavos de dólar y el nuestro se comercializa a un dólar”.
En otros productos las diferencias de precio son similares, razón por la cual muchas entidades médicas o municipios compran los productos de esa procedencia.
“No competimos por precio sino por calidad. De allí nuestros continuos esfuerzos por innovar. Todos nuestros productos tienen alguna particularidad que se traduce en una mayor eficiencia en los procedimientos médicos. Por ejemplo, con el oclusor antimicrobiano, que llamamos CleanUp, se garantiza una significativa disminución de la tasa de infección en el torrente sanguíneo y una alta eficacia en el protocolo de desinfección”.
Precisamente con CleanUp, Anesthesia ganó en mayo pasado el premio al producto innovador en la Feria International Medical Exp, de Guadalajara, México.
En la actualidad, la empresa exporta el 4% de su facturación a países como Brasil, Panamá, Costa Rica, Paraguay, Honduras, Uruguay, Bolivia y México.
“La idea y desafío es llegar a exportar el 9% para compensar los altibajos del mercado interno. No es fácil con el actual tipo de cambio, aunque somos competitivos con México y no lo somos con Chile, porque nuestros vecinos reciben mucha oferta asiática”, agregó López.
Bergaglio e Hijos
Dice Pedro Bergaglio, un empresario textil, con una larga historia como fabricante de sweaters, que estos productos nunca se dejaron de importar. “La diferencia es la escala de importación”.
Según la Fundación ProTejer, en el primer cuatrimestre del año se registró la mayor importación de pullovers, en volumen, de los últimos once años: 163% más respecto al mismo período del año pasado. El precio FOB promedio fue de US$16,97 el kilo, casi la mitad del precio de 2015, según los datos de esta ONG que agrupa a fabricantes textiles locales.
“Esto no es rentable. Si no cerramos es por las familias que dependen de la empresa. Desde 2020 hemos invertido mucho capital en tecnología: nuestra máquina más antigua tiene cinco años y la más nueva 6 meses, y nos resulta muy difícil competir”, agregó el empresario.
Como estrategia de sobrevivencia la empresa decidió apostar a la diferenciación con creatividad, tanto en sistemas como en productos, incorporando fibras de camélidos, básicamente llamas, alpacas y vicuñas y haciendo hincapié en el diseño.
“Un sweater nuestro se vende a las marcas locales a 15 mil pesos. Y una prenda similar de China o Bangladesh tiene un precio al consumidor entre $3.500 o $4.000. Nosotros cobramos nuestras ventas a 60 días. El importador desembolsa el 30% como anticipo, otros 30% cuando la mercadería está en tránsito y el resto cuando la recibe”.
Según Bergaglio, la industria local está agotando stocks, con 10% de rentabilidad en el mejor de los casos.
“En lo particular estamos con los precios de la temporada anterior y costos un 60% más caros, produciendo al 40% de la capacidad instalada. En esta situación, el gran desafío es lograr una mayor eficiencia por volumen”.
En plena producción de la próxima temporada, el empresario no es optimista: “Nos espera una temporada de verano y un 2026 muy difíciles”.
Wakas
Con planta principal en Bahía Blanca, Wakas es una fabricante de pastas cuyo director, Javier Lucero, apunta a nuevos mercados del exterior mientras observa un incremento de la competencia importada en el país.
“Nuestras ventas al mercado interno están amesetadas, luego de un 2024 para el olvido. Para peor, desde hace algunos meses vemos en las góndolas de supermercados fideos de Albania, Grecia y otros países, que no son precisamente grandes productores, como son Italia o Turquía. Los precios de los productos que compiten con los nuestros, por calidad y target pueden ser más caros o más baratos”, dijo Lucero.
Wakas significa sagrado en quechua y fue elegido por la decisión de usar semillas utilizadas por los aborígenes andinos como la chía, quinoa o amaranto. La firma se caracteriza por producir exclusivamente fideos secos libres de gluten y por la utilización de insumos que la industria alimenticia mundial considera superalimentos.
“Ha sido nuestra fórmula para diferenciarnos: usamos las semillas ancestrales y también harinas menos tradicionales, como la de porotos, alubia y garbanzo. Cuando nacimos en 2016, un 95% de nuestras ventas se concentraba en casas dietéticas. Con el tiempo la cartera de clientes se expandió”.
La empresa exporta regularmente desde hace algunos años a Chile, Brasil, Uruguay, Perú y Estados Unidos. Y está adaptando la planta para certificar sus procesos en las normas FSCC2200 de la Unión Europea.
“Hacemos todos los deberes pero no es fácil insertarse y mantenerse en otros mercados. No solo por el dólar. Para financiarte te piden tasas del 50%. Los camiones se rompen o se rompe la carga, por el estado de las rutas, o se corta la luz y eso son ineficiencias que se cargan a los costos y te cambian las reglas de juego para competir”, agregó Lucero.
Ferrazzi
La empresa Ferrazzi necesita vender 40 mil conjuntos de cables de bujías por mes para mantener la dotación, en medio de un mercado local de reposición de autopartes en plena crisis. La situación llevó a que decidieran un giro en la estrategia de producción incorporando un robot y encarando una diversificación de su portfolio de productos.
“En lo que va de 2025, nuestras ventas están un 15% promedio abajo del año pasado y la rentabilidad se achica drásticamente, porque los gastos fijos pasaron del 40 al 60% de la facturación”, dijo Pablo Ferrazzi, gerente de la firma, con planta industrial en Mataderos,
La empresa cuenta con certificaciones de normas ISO 9001 y VDA 6.5, de Auditoría de Producto para la industria automotriz y controla la calidad de sus productos en su propio laboratorio.
“En el actual contexto queremos automatizar las líneas de procesos y sumamos la producción de una línea de bobinas de encendido. También desarrollamos nuevos productos para el sector del gas y petróleo: sistemas de encendido para motores estacionales, para compresores de gas y sistemas de energía y riego”, detalló el empresario.
Ferrazzi dijo que su mercado de origen, la reposición de autopartes, está en crisis. “Hay menos demanda porque se venden más cero kilómetro y las automotrices aumentaron los períodos de garantía a cinco años. Pero además hay importadores que están trayendo cables y bujías 50% más baratos que los nuestros, con períodos de recambio mucho más cortos”.
Agregó que existe una competencia cada vez más asimétrica con estos importadores. “A ellos se les quitaron el impuesto PAIS y algunos aranceles. Han acortado la cadena comercial, porque les venden directamente a los mecánicos o comercios. En tanto nosotros vendemos a los distribuidores y pagamos los mismos impuestos de siempre”.