El boom de recitales en estadios de fútbol: los secretos del negocio más grande de la música en vivo

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Existe una tendencia que ha sorteado toda clase de debacles económicas y que aún en tiempos de bolsillos apretados no afloja su actividad, y por momentos parece crecer: los recitales en estadios de fútbol. En los últimos dos años se ha asistido también a otro fenómeno complementario: la cantidad de artistas que no solo acceden a la posibilidad de tocar en un estadio, sino que repiten funciones, algunas más llenas que otras, pero siempre con gran afluencia de público.

Airbag en River, un furor que llenó cinco estadios. Foto de prensa

Todo esto genera un mercado que se nutre con múltiples actores y mueve muchísimo dinero, que ya no se traduce solamente en la recaudación, sino en una ramificación de negocios que parece ser infinita y también más onerosa para el bolsillo. Pero que no cede, a pesar de las múltiples trabas de todo tipo en un país de dificultades como lo es Argentina.

Para comenzar a desentrañar esta maquinaria, lo primero es el estadio, que puede ser uno al aire libre, generalmente consagrado al fútbol (River, Vélez, Ferro), o a puertas cerradas como Obras, el Movistar Arena o el viejo Luna Park, que entró en boxes por un tiempo para ser remodelado por completo. A cargo de su reconversión se encuentra una de las productoras más grandes del país, DF Entertainment, que produce toda clase de conciertos de la mano de Live Nation, una promotora internacional con base en California.

Luk Ra en Velez. Foto de prensa

Para una productora del calibre de DF es fundamental haber obtenido la concesión no solo para la remodelación sino para la posterior explotación del Luna Park, con su capacidad ampliada y sus instalaciones optimizadas. La razón se encuentra en la ausencia de espacios de ese tipo, que en Estados Unidos se denominan “arenas”, y son locaciones intermedias entre un teatro y un estadio al aire libre.

Los estadios cerrados

¿Qué pasa con Obras? Su capacidad (aforo) está en el orden de las 5000 personas y las distintas refacciones, muchas de ellas por quejas de vecinos, lo han tornado un espacio incómodo, con una superpullman cuyo espacio entre asiento y asiento se ha comprimido con respecto al centimetraje histórico. Es un estadio/arena chico: las arenas en el mundo oscilan entre 10 mil y 20 mil espectadores.

Wos en Obras, donde hizo seis fechas este año. Foto: IG

En Obras han tocado desde Wos y La Kermesse Redonda hasta Las Pelotas y La Beriso.

Eso hace del Movistar, que permite convocar a 15 mil almas, un lugar prácticamente único en Buenos Aires, pero que viene con su sonido, su personal de seguridad, su iluminación, todos costos que se agregan al del alquiler del recinto y que no permiten tercerización. Cualquier productora puede realizar un espectáculo, pero debe tener en cuenta estos costos fijos, y además sabe que no puede disponer libremente de los palcos, que el Movistar explota por su cuenta, al igual que los negocios gastronómicos.

La Fiesta FA! que organiza Mex Urtizberea llegó a llenar un Movistar Arena con Hilda Lizarazu, Emanuel Noir, Maggie Cullen con Nahuel Pennisi, Nito Mestre con Dillom, Mex con Mono de Kapanga. Foto de prensa gentileza Kaloian

En el Movistar Arena llenaron múltiples funciones Duki, Ricardo Arjona, Joaquín Sabina y Luciano Pereyra.

Los estadios al aire libre

¿Qué sucede con los estadios al aire libre? ¿Existe una cartelización por la cual una empresa puede adquirir el monopolio de eventos a realizar? No, pero sí hay una realidad que poca gente sabe: un estadio de fútbol solo puede realizar una determinada cantidad de eventos musicales anuales por disposiciones legales. Entonces esto hace que una empresa pueda adquirir esa disponibilidad para sí, como es el caso de River y DF Entertainment, que de todos modos abre el negocio a otras productoras que quieren llevar adelante un show en River.

Dos River hizo María Becerra este año, igual que en 2023. Foto de prensa

Lo mismo sucede con Dale Play y Fénix: tienen preferencia en Vélez Sarsfield. No es solo espíritu democrático lo que impulsa colaboraciones entre productoras, ya que cada una de ellas tiene su propio negocio paralelo con una ticketera (venta de boletos), que cobra un “service charge” que oscila entre un 10 y un 15% de la entrada, pagado por el público. La entrada física quedó en el olvido y se accede a través de un QR, que algunos imprimen por temor a no tener señal en el celular. Es de rigor que la ticketera figure en toda la comunicación del evento a realizar, llámese afiches, spots radiales, televisivos y virtuales, o acciones de prensa. ¿Dónde se compra la entrada? A través de la ticketera y cada productora de mediana a grande tiene una.

Los espectáculos al aire libre cuentan con una gran ventaja, la cantidad de gente que un estadio puede albergar. Y con un enemigo invisible que todo puede arruinar: el clima. Es por eso que todas las grandes productoras (DF, Move Concerts, PopArt, Fénix, Dale Play), y algunas de las chicas cuentan con los servicios de un meteorólogo para tomar recaudos ante las inclemencias del tiempo. También se puede contratar un costoso seguro, como se dijo cuando alguna vez se suspendió una fecha del Lollapalooza.

Show de Oasis en el estadio River Plate. Foto Juano Tesone

Los dos shows que la banda británica Oasis brindó en River resultaron un buen ejemplo de previsión; en el primer show adelantaron los horarios media hora porque se había anunciado lluvia para después de media noche y calculando el tiempo que lleva desalojar el estadio y sus inmediaciones, resultó suficiente para que la mayoría del público no tuviera que atravesar una tormenta para volver a sus hogares. Al dia siguiente, domingo, se comunicó por pantallas que debido a los fuertes vientos se debía atrasar todo una hora, y para que no hubiera una espera demasiado fastidiosa, Richard Ashcroft, el músico de apertura, acortó un poco su set.

En River hubo 5 fechas de Airbag, 2 de María Becerra, 2 de Oasis y 2 de Dua Lipa.

En Vélez estuvieron desde Shakira y Chayanne hasta Luck Ra y La K’onga.

La saturación de shows en River y Vélez hace que algunas productoras buscan estadios alternativos y de ese modo revitalizaron las instalaciones de Ferro y Huracán, que cuentan con capacidad para 33 mil y 40 mil espectadores respectivamente. Tienen ventajas y desventajas.

Miranda! en Ferro. Foto gentileza Gustavo Correa

En el caso de Ferro, al encontrarse en el centro geográfico de la ciudad, cuenta con múltiples alternativas de transporte público, pero no tiene estacionamiento propio y cuesta mucho ir con el auto, ya que al déficit de lugares para estacionar motivado por la tendencia del Gobierno de Buenos Aires a desalentar el uso del automóvil, hay que agregarle “los trapitos” y los pocos estacionamientos de la zona que disparan sus precios ante la inminencia de un show.

Sin ir muy lejos, en el Movistar Arena, dejar el auto en el estacionamiento del lugar cuesta unos 30 mil pesos, y no hay posibilidad de moverse hasta que termine el show. En Huracán, que se ubica en una zona más periférica de Parque Patricios, hay más lugar para estacionar (y por ende más trapitos), menos alternativas de transporte, y es una zona más insegura. Sin embargo, los shows de Green Day, Guns N’ Roses y La Renga han funcionado muy bien.

Los fans de Green Day en Huracán. Foto Guillermo Rodriguez Adami

En Ferro hubo recitales de Miranda! (3), Los Fabulosos Cadillacs (2), Trueno y Ke Personajes.

El factor Sturzenegger

Un veterano de este negocio que, como otras fuentes consultadas, han preferido hablar off the record, asegura que la clave para que un artista pueda acceder a un estadio, ya no pasa solamente por uno o varios hits, sino por la “conexión emocional” que dicho artista haya establecido con el público. “Es un combo de marca + música + comunidad, y esto último es fundamental: la narrativa, el relato que hace que el público vaya no solamente a disfrutar, sino también a apoyar solidariamente al artista en lo que sea su cruzada”.

Una empresaria destacada en el negocio de la música, opina que “la gente prefiere propuestas superadoras: juntar el dinero para vivir una experiencia única, que además de la música incluye lo estético, las activaciones de marca o las photo opportunities”.

Falta un detalle más que no es menor y se trata de una desregulación de derechos de autor impulsada por el ministro Federico Sturzenegger que, entre otras modificaciones, pone un tope de 10% de lo que se puede retener de la recaudación por parte de distintas entidades (SADAIC, AADI y otras).

Esto también tiene pros y contras, ya que probablemente artistas que interpretan sus canciones se vean beneficiados (se retiene menos de recaudación), mientras que compositores que solo se dedican a la creación vean reducidos sus márgenes. El mundo de la música también se pregunta ¿cómo afectará esto a la mutual de SADAIC, que en los hechos funciona como una prepaga solidaria para músicos, y que tiene una excelente reputación? Esto es tan reciente que todavía no se sabe, en la práctica, como va a funcionar ni que efectos va a tener.

Lo cierto en todo esto es que la música no se detiene jamás, así como tampoco el negocio que genera, que siempre encuentra nuevas formas de maximizar ganancias y bajar costos, tecnología mediante. Y siempre y cuando no se largue un chaparrón. De cualquier tipo.

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