Alerta para inversores: graves problemas financieros para dos gigantes argentinos del agro

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En apenas una semana, la calificadora Moody’s Local Argentina emitió un doble recorte que encendió luces de alerta en el núcleo del negocio agropecuario. MSU Agro y Lipsa S.R.L., dos compañías de gran escala y fuerte presencia en la producción de granos, fueron degradadas en sus notas crediticias debido al deterioro sostenido de sus métricas financieras y operativas.

Ambos casos revelan un patrón común: caída abrupta del EBITDA, aumento del apalancamiento, debilitamiento de la liquidez y mayores riesgos de refinanciación, en un contexto macroeconómico y climático adverso.

El EBITDA (sigla en inglés de Earnings Before Interest, Taxes, Depreciation and Amortization) es un indicador financiero que muestra la rentabilidad operativa de una empresa antes de considerar gastos financieros, impuestos y amortizaciones. Es clave en el mundo corporativo porque permite evaluar el desempeño del negocio en términos puramente operativos, sin el impacto de decisiones contables o financieras, y se utiliza comúnmente para comparar compañías dentro de una misma industria o estimar su valor en procesos de inversión o adquisición.

El recorte en ambas firmas refleja el deterioro de sus métricas crediticias, particularmente en lo que respecta a generación de EBITDA, apalancamiento y capacidad de cobertura frente a vencimientos próximos.

Aunque ambas conservan un respaldo patrimonial sólido y mantienen estructuras operativas de envergadura, la señal del mercado es que el acceso al crédito será cada vez más exigente.

MSU Agro: más deuda, menos margen operativo

El 22 de julio, Moody’s bajó de A+.ar a A.ar las calificaciones en moneda local y extranjera de MSU S.A., así como de sus obligaciones negociables con vencimiento entre 2026 y 2032.

«La baja refleja una menor generación de EBITDA en los últimos tres ejercicios por condiciones climáticas y fitosanitarias desfavorables, y por el incremento del apalancamiento financiero por encima del promedio del sector», indicó Moody’s.

Entre 2022 y 2024, el EBITDA promedio fue de u$s12 millones, muy por debajo del promedio histórico de u$s30 millones. Para el cierre de junio 2025, se espera directamente una generación nula de EBITDA, como resultado de la debilidad productiva registrada en el NEA.

El endeudamiento pasó de u$s65 millones en junio de 2022 a u$s194 millones en junio de 2025, cifra que excede las proyecciones originales de la calificadora (que preveía un máximo de u$s135 millones en 2023). Las causas: la expansión de campos, la construcción de una planta de maní —que sufrió una demora de más de un año— y las tres malas campañas consecutivas.

A pesar del escenario comprometido, la compañía, bajo el mando de la familia Santos Uribelarrea, mantiene una cobertura elevada: u$s86,8 millones en caja e inventarios de rápida realización a mayo de 2025, lo que representa una cobertura de 405% de su deuda de corto plazo. Además, posee tierras propias valuadas en más de u$s100 millones, libres de gravámenes.

«No esperamos nuevas necesidades de financiación en el corto plazo, aunque sí mayores costos financieros para refinanciar deuda», advirtió Moody’s, que también proyecta mayor presión sobre los indicadores de cobertura por las condiciones actuales del mercado de capitales.

Lipsa: expansión con deuda y margen de cobertura crítico

Seis días, Moody’s también recortó el rating de Lipsa S.R.L., de A.ar a BBB+.ar, con perspectiva estable. En este caso, el argumento central fue la caída en generación de caja por dos campañas consecutivas negativas, una mayor exposición climática (por su concentración en el NEA) y una deuda creciente, sobre todo de corto plazo, en un contexto de escasa liquidez en el mercado de capitales.

«La calificación baja por la caída en la generación de caja —tras dos campañas muy malas—, el incremento de la deuda de corto plazo, la menor liquidez y la pérdida de flexibilidad financiera», explicó la agencia.

El resultado operativo de Lipsa dejó un EBITDA negativo de u$s-58,4 millones en 2024. Para la campaña 2024/25 se estima un leve repunte, con apenas u$s4 millones de EBITDA. En este caso, al ser moneda funcional en pesos, tiene una mayoría de ajuste por inflación. La empresa confirmó a iProfesional que la deuda se está reestructurando a largo plazo. En el caso de MSU, la moneda funcional es en dólares.

La deuda total ronda los u$s65 millones, de los cuales u$s45 millones vencen en los próximos 12 meses. Un 30% de esa suma corresponde a ON, consideradas de alto riesgo de refinanciación por la escasa liquidez del mercado local.

La liquidez también está tensionada: u$s5,5 millones en caja e inventarios de rápida realización a marzo de 2025, lo que representa una cobertura de solo 9% de la deuda de corto plazo. Aun así, la empresa cumplió con el pago del capital de su ON Clase V el 14 de julio pasado.

Pese a este panorama, Moody’s valoró su escala productiva: más de 105.000 hectáreas sembradas en 2024/25 y una proyección de 137.000 hectáreas para 2025/26 y 2026/27. Esta expansión fue financiada en parte con deuda (aproximadamente u$s47 millones para la compra de campos.

El agro, cada vez más presionado

MSU y Lipsa representan casos emblemáticos dentro del agro argentino, donde las condiciones macro, las restricciones de crédito y el clima desfavorable están dejando su huella incluso en las compañías más estructuradas.

Ambas mantienen fortalezas patrimoniales y operativas, pero el acceso al capital, clave para sostener inversiones y expandirse, será cada vez más costoso y exigente. Las advertencias de Moody’s reflejan un nuevo equilibrio en el financiamiento del agro. En este caso, ni el tamaño ni la trayectoria garantizan inmunidad ante un contexto cada vez más hostil.

La historia de ambas compañías

MSU es una empresa familiar que se dedica a la producción agrícola en Argentina y a la prestación de servicios de gerenciamiento en Latinoamérica. La sociedad es considerada parte del grupo de grandes empresas agropecuarias del continente y se ubica en el «top five» entre las principales firmas de siembra local.

Fundada en 1860 y ahora bajo el mando de la familia Santos Uribelarrea (de ahí las siglas que le dan nombre), es una de las principales empresas productoras de granos de Argentina, llegando a sembrar 165.000 hectáreas en campos propios y arrendados en Argentina. Operan en total 210.000 hectáreas en Argentina, Brasil y Paraguay.

Lipsa SRL, controlada por la familia Moudjoukian, sembró en 2024/25 más de 105 mil hectáreas, entre propias y arrendadas, y planea producir en 137 mil hectáreas en esta campaña agrícola que acaba de comenzar. Las unidades productivas están sectorizadas en seis áreas localizadas en diferentes regiones del norte argentino.

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