En un nuevo intento por ordenar el sistema financiero tras el fin de las LEFI, el Gobierno dio un paso más este jueves para restringir la liquidez de corto plazo. A través del Banco Central (BCRA), se resolvió aumentar las exigencias de encaje sobre ciertos instrumentos financieros, apuntando a desalentar el uso de fondos altamente líquidos y estimular la demanda de bonos del Tesoro.
La medida fue oficializada mediante la Comunicación «A» 8281, y entrará en vigencia el 1 de agosto. A partir de esa fecha, los depósitos a la vista en pesos de los fondos comunes de inversión de tipo money market y de cauciones bursátiles pasarán de tener una exigencia de encaje del 20% al 30%.
La decisión se tomó tras la volatilidad que tuvieron las tasas de interés en los últimos días y presionará a la baja el rendimiento de las billeteras virtuales. Sucede que las cuentas virtuales muchas billeteras invierten ese dinero en FCI «money market», de liquidez inmediata, para remunerar el saldo de los clientes y pagarles intereses. El mayor encaje, la porción de cada depósito que una entidad financiera debe dejar depositada (o encajada) en el Banco Central, derivará en un rendimiento más bajo. En la actualidad, las billeteras pagan rendimientos que van del 21% al 32% anual.
Según explicaron fuentes del BCRA, esta decisión forma parte de una estrategia más amplia para ir hacia una homogeneización gradual del régimen de encajes, independientemente de quién sea el depositante. La intención es encarecer los instrumentos que generan mayor inestabilidad en el mercado financiero, reduciendo su atractivo, y al mismo tiempo fortalecer la posición del sistema bancario.
Aunque la justificación oficial habla de «controlar los agregados monetarios» y mejorar la solidez del esquema financiero, la lectura del mercado es clara: se busca desincentivar la liquidez de cortísimo plazo y reencauzar esos pesos hacia instrumentos más estables, como las Lecap o incluso los plazos fijos.
El Gobierno busca absorber pesos para quitarle presión al dólar
Esta movida llega en un contexto particularmente sensible: el Gobierno todavía enfrenta las consecuencias del abrupto retiro de las Letras de Fondeo Intransferibles (LEFI), lo que encendió alertas en el mercado de cambios. El aumento del encaje es, en ese marco, una forma de absorber liquidez sin necesidad de pagar tasas más altas, algo que se volvió necesario tras la licitación de emergencia realizada el miércoles.
Según señalan economistas, el Gobierno busca que el dinero que hoy está en money market se traslade a fondos T+1 o plazos fijos. Así, reduce la volatilidad del mercado y al mismo tiempo permite que los bancos cuenten con más fondos para prestar.
Al respecto, Federico Glustein sostuvo que el aumento del encaje hace que las cauciones y los money market deban ofrecer rendimientos más altos para atraer inversores, para mover instrumentos a tasa fija y alejarlos del dólar.
La estrategia de Luis Caputo para captar pesos y evitar presión sobre el dólar
El miércoles el Gobierno llevó a cabo otra jugada para captar pesos y evitar mayores presiones sobre el dólar y la inflación. En la licitación extraordinaria realizada este miércoles por el Gobierno evidenció quién marca la cancha. Con más de $10 billones liberados tras el fin de las LEFI, el Tesoro logró captar $4,7 billones, poco menos de la mitad de los pesos que quedaron boyando en el sistema.
Y, a partir de esa licitación, pocos funcionarios sufrieron más las chicanas, ironías y memes de redes sociales que el secretario de Finanzas, Pablo Quirno. Todos le recordaron que, hasta hace pocos meses, cuando reinaba la estabilidad, había pedido públicamente que se hiciera una remera con la inscripción «¿Con qué pesos?». La frase era su mantra para argumentar contra todos los críticos: la contracción monetaria sería de tal nivel que no habría forma material de hacer una corrida cambiaria.
Pero este miércoles, abandonando el tono triunfalista de otras licitaciones, se limitó a informar sobriamente que el Tesoro había convalidado altas tasas de interés que llamaron la atención del mercado, como única forma posible de absorber un excedente de pesos de $4,7 billones.
La letra con vencimiento a fin de julio -sí, a dos semanas- paga una tasa efectiva mensual de 3,31%, lo que equivale a una tasa de retorno efectiva anual de 47,81%. Los memes no se hicieron esperar, y por eso aparecieron imágenes con esa cifra estampada en una remera. Otros, retomaron la frase de Quirno y le preguntaron «¿Con qué pesos piensan pagar esas tasas?».
En definitiva, el mensaje que muchos en el mercado están mandando es claro: uno de los pilares del plan «de las tres anclas», el congelamiento monetario, está siendo cuestionado por quienes sostienen que hay, en realidad, una emisión monetaria disimulada.
La controversia se centra en que, según el Gobierno, no se altera el tamaño de la base monetaria, porque cuando hay un exceso de liquidez, pasa a bonos del Tesoro, que luego serán pagados con el superávit fiscal que queda depositado en el Banco Central.
Pero hay quienes cuestionan ese criterio de medición y afirman que sí hay una fuerte emisión en curso. Los críticos ponen la lupa en el dato del agregado M3 -que incluye dinero circulante, cuentas corrientes, cajas de ahorro y depósitos a plazo fijo-. Ese indicador está hoy en $139 billones, lo que implica un crecimiento de 5,4% en un mes y de 19,3% acumulada en el año.