Entran las balas

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La mezcla puede ser explosiva. Y esta vez lo fue. El Gobierno volvió a desatender demandas políticas, a subestimar el poder de daño ajeno y a descoordinar respuestas internas. El resultado: otra semana que compite por ser de las peores de la gestión de Javier Milei.

El cachetazo final lo recibió el jueves 10, en el Senado. Fue cuando se aprobaron leyes que implican aumentos en las jubilaciones, el regreso de la moratoria y la emergencia en discapacidad. El Presidente anunció con una sonrisa, en un acto posterior en la Bolsa de Comercio, que serán vetadas. O trabadas judicialmente.

También en la Cámara alta obtuvieron media sanción los proyectos para que el Ejecutivo esté obligado a distribuir entre las provincias los ATN (aportes del tesoro nacional) y el impuesto a los combustibles, que recauda para obras viales que evita hacer.

Esto no les gusta a los autoritarios

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Según los números oficiales, las erogaciones de estas medidas significarían 2,5 puntos del PBI, lo que consumiría el superávit fiscal del que la administración mileísta suele jactarse.

A este estado de situación se arribó no solo por la motosierra libertaria. Se sumó, sobre todo en las últimas semanas, una sucesión de mala praxis política que exacerbó a los gobernadores dialoguistas, que decidieron rebelarse al triste papel de meros acompañantes mal pagos de la Casa Rosada.

Tal como se viene contando en este espacio, varios de ellos tuvieron hasta la delicadeza de avisar que se iban a sumar al reclamo unánime a Nación por el reparto de fondos. “Tienen superávit con la nuestra”, ejemplificó un mandatario amigable que emplea mordazmente la fraseología libertaria.

El Gobierno volvió a desatender demandas políticas: el resultado fue un cachetazo

Como si no bastara con la motosierra y la licuadora, el Gobierno además aplica látigo electoral. En muchos distritos administrados por aliados, Karina Milei y sus brazos ejecutores de la familia Menem (Lule y Martín) arman listas en contra. Esa estrategia es resistida sin resultados por el asesorísimo Santiago Caputo y el hastiado jefe de Gabinete, Guillermo Francos.

Esa interna en lo alto del desacomodado triángulo de hierro conspira para llegar a algunos acuerdos sostenibles entre la Nación y las provincias. De hecho, el pasado lunes 7, Caputo prefirió abstenerse de participar en la habitual reunión de mesa chica política. “No tengo nada que aportar ahí”, dicen que esgrimió ante una consulta.

Algunos mandatarios provinciales remarcan el corrimiento del asesorísimo como interlocutor válido. “Él y Francos prometen cosas que no cumplen y después le echan la culpa a Lule o a Economía”, comenta con enojo otro jefe de Estado provincial.

En tono de otra señal previa a la sesión del Senado del jueves de que estaba todo mal, la inmensa mayoría de los gobernadores decidió vaciarle al Presidente el acto nocturno en Tucumán para recibir el 9 de Julio. Eso contrastaba con la foto de exactamente un año atrás, cuando en la cuna de la independencia todos firmaron el inabordable Pacto de Mayo.

Desde Balcarce 50 evitaron asumir el desplante, al sostener que Milei suspendía su viaje a Tucumán por culpa de la niebla. Pero al día siguiente, Milei resolvió visitar a Luis Majul para ser entrevistado en su programa radial. Allí se despachó con que los gobernadores “quieren destruir al gobierno nacional”. “¿Todos?”, consultó Majul. “Todos”, fue la respuesta.

Acaso esa generalización belicosa motivó que los gobernadores que llegaron al poder de la mano del extinto Juntos por el Cambio improvisaran ese 9 de julio por la tarde un encuentro por Zoom. Allí se acordó que sus representantes en el Senado solo iban a convalidar la media sanción de ATN y combustibles, no jubilaciones.

Más allá de que en ese grupo de mandatarios hay varios que no tienen incidencia en sus senadores (electos antes que ellos), quienes sí influyen cumplieron con el compromiso. Salvo uno. El radical Gustavo Valdés fue desairado por la hermanísima Karina y LLA le disputará su sucesión en Corrientes. Votaron por mejorar las jubilaciones los tres senadores correntinos, ya que Valdés sumó al exfrentista Carlos ‘Camau’ Espíndola, de aceitados contactos con el asesorísimo Caputo.

El resto de quienes ocupan las bancas dialoguistas en el Senado eligieron ausentarse de la votación, siguiendo al bloque libertario, con el argumento de que la sesión era inválida. El Gobierno enfrenta ahora otro dilema: mientras analiza una presentación en la Justicia para que la considere ilegal, si Milei avanza con el veto (tiene diez días) ese acto avala la decisión legislativa que pretende judicializar.

Milei requerirá de acuerdos en el Congreso. Con el FMI y los mercados no se jode

Para agregar otro plato al menú de torpezas políticas, el Presidente volvió a embestir contra la vice, Victoria Villarruel. La trató de “traidora” por habilitar la sesión del jueves. Siempre presta para subirse a estas batallas sin que la llamen, se anotó la ministra Patricia Bullrich. Repetido e innecesario espectáculo oficialista.

Con menos ruido, Lule Menem, el desgastado Francos y el negativo Carlos Guberman (el secretario de Hacienda de Luis “Toto” Caputo que dice a todo que no) reactivaron en las horas recientes sus llamados a gobernadores acuerdistas. La idea es volver a sentarse con ellos para tratar de blindar en Diputados los renovados vetos presidenciales. ¿Más promesas sobre el bidet?

Los hornos provinciales no están para bollos. Aun entre los dialoguistas cayeron mal las acusaciones de Milei y, en especial, las del ministro Caputo. En el modo bravucón que cree salirle bien, azuzó en un off con Alejandro Fantino el cataclismo económico que sobrevendría si el Senado aprobaba las iniciativas y se ponía en riesgo el equilibrio fiscal. A la luz de las controversias, debió salir a aclarar y calmar las aguas en una nota de apuro con Majul por LN+. También fue a cenar a Olivos con Milei, donde coincidieron en cebarse contra todos.

Por si quedaba alguna duda de la patinada ministerial, y ya con la luz verde de los senadores a los proyectos, Caputo redobló en redes sociales su apuesta “tranquilizadora”. “Lo que pasó en el Congreso es excelente para el país de cara al futuro, si entendemos sus implicancias económicas y políticas. Desde el punto de vista económico, no tendrá ningún impacto, porque hay CERO probabilidad de que nuestro presidente/nuestro gobierno lo convalide. El equilibrio fiscal NO SE NEGOCIA”, escribió el ministro de Economía en una parte de su posteo.

A tres meses de las elecciones de medio término, tal vez estos episodios no impacten en un previsible triunfo oficialista. Contribuyen a ello dos liderazgos en crisis: Cristina Fernández de Kirchner, presa en su casa, y Mauricio Macri, de visita en EE.UU. para ver el Mundial de Clubes.

Pero si el Gobierno sostiene su mala praxis política, se expone a que le entren más balas en su gobernabilidad. Aun en el escenario de una victoria electoral, requerirá de acuerdos en el Congreso para conseguir reformas comprometidas con el Fondo Monetario y los mercados, que miran de reojo los acontecimientos. Y con esos sí que no se jode.

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