Guerra de Malvinas: la ayuda militar clave que Israel le dio a Argentina

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Durante la Guerra de Malvinas,  en 1982, la Argentina se encontró prácticamente aislada del mundo occidental en materia de provisión militar.  Estados Unidos, el Reino Unido, el Commonwealth y la Comunidad Económica Europea impusieron un estricto embargo de armas tras la recuperación de las islas. En ese contexto,  Israel emergió como uno de los principales proveedores de equipamiento bélico para el gobierno militar de Leopoldo Fortunato Galtieri.

El Estado judío, junto con Perú, Venezuela, Libia, Ecuador y Brasil,  ofreció una ayuda clave que permitió a las Fuerzas Armadas argentinas mantenerse en combate frente a una potencia militar como el Reino Unido. Solo desde Jerusalén llegaron insumos por más de 87 millones de dólares de la época.

Operaciones directas, triangulaciones y complicidad regional

Los primeros envíos incluyeron repuestos, minas, turbinas para aviones Dagger, gabanes militares y equipos de cifrado. Pero al avanzar el conflicto, Israel debió modificar su estrategia para evitar represalias diplomáticas. El Mossad recomendó triangular las entregas a través del Perú, cuyo gobierno facilitó órdenes de compra en blanco y certificados de destino falsificados para encubrir las operaciones.

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Las cargas partían desde Tel Aviv hacia Lima, y desde allí se reenviaban a la Argentina en vuelos de Aerolíneas Argentinas. Entre el 10 y el 30 de mayo de 1982, se realizaron cinco vuelos con misiles Shafrir, tanques suplementarios de combustible de 1.700 litros y otros materiales vitales para los cazabombarderos argentinos.

Tecnología, codificadores y agentes encubiertos en las islas

Uno de los aspectos más sensibles fue la seguridad de las comunicaciones. Al descubrir que los codificadores de origen estadounidense estaban intervenidos por la CIA y Alemania, se recurrió nuevamente a Israel. Se obtuvieron tres equipos Sec-23 que fueron instalados por ingenieros israelíes, incluso en Puerto Argentino, adonde llegaron disfrazados de periodistas.

Estos técnicos, Yehoram Guilor e Ika Orgad, realizaron la instalación de los sistemas de encriptación directamente en el terreno.  Uno de ellos incluso permaneció en las islas hasta días antes de la rendición, en un episodio cargado de tensión diplomática.

Compra de aviones y operaciones fallidas

Ya finalizando el conflicto,  la Fuerza Aérea Argentina gestionó la compra de 23 aviones Mirage IIIB/C a través de Israel, triangulados nuevamente vía Perú. La operación se realizó en secreto, con pagos anticipados depositados en cuentas suizas para evitar bloqueos.

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En paralelo, la Armada intentó adquirir 16 A-4E Skyhawk, pero la operación fue frustrada por la falta de autorización de Estados Unidos. El capitán Horacio Estrada viajó con un cheque por 86 millones de dólares, que terminó en una estafa liderada por intermediarios vinculados al gobierno israelí. Finalmente, el dinero fue parcialmente recuperado durante la gestión de Raúl Alfonsín.

Una alianza silenciosa y determinante

La colaboración militar entre Argentina e Israel durante la Guerra de Malvinas fue una de las más significativas del conflicto, aunque se mantuvo en la sombra durante décadas. El apoyo logístico, la tecnología avanzada y la disposición política del gobierno de Menajem Begin resultaron cruciales para sostener la resistencia argentina ante el bloqueo internacional.

Lejos de los discursos oficiales, esta historia revela los entramados secretos de una guerra marcada por la improvisación, la diplomacia encubierta y la geopolítica.

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