Tras el levantamiento del cepo cambiario, la opinión pública argentina muestra una mezcla de apoyo simbólico y desconcierto ante la falta de impacto real en la vida cotidiana.
Para hablar sobre este tema, Canal E se comunicó con el consultor político, Aníbal Urios, quien comentó que, “la gente entiende que hay un cambio y que vamos hacia una Argentina distinta sin medir el impacto real cotidiano”. Pese a no poder acceder al mercado formal de dólares, el ciudadano común percibe la medida como positiva.
“No, la verdad que no (puedo comprar dólares), pero festejo la salida del dólar”, repite Urios, aludiendo a las declaraciones recogidas por un cronista en la calle. Sin embargo, el entusiasmo choca con una realidad ineludible: la salida del cepo no ha mejorado la economía de bolsillo.
Salario e inseguridad: las prioridades ciudadanas
“La gran demanda que tiene el presidente este año es lo salarial y la inseguridad”, remarca Urios, apuntando que estas son las variables clave para la evaluación ciudadana del gobierno. El tipo de cambio y la inflación, aunque presentes en el debate público, no son los ejes que definen el humor social.
“Quizá la inflación y el tema del dólar no es una preocupación totalmente real para la vida cotidiana”, sostiene el analista. La ciudadanía, explica, necesita soluciones tangibles que impacten en el corto plazo y proyecten estabilidad hacia el futuro.
Incertidumbre y sospechas: la desconfianza crece
En un contexto de volatilidad económica, las decisiones del gobierno sobre el tipo de cambio flotante alimentan la sospecha. “La gente no tiene capacidad de ingerir más incertidumbre”, advierte Urios.
Consultado sobre la percepción social de las recientes maniobras cambiarias, responde con claridad: “Coincido. La gente empieza a mirar muchas otras cosas que antes no miraba. Empieza a buscar nuevos referentes para viejos problemas”.
Expectativas frente a una economía en transición
El endeudamiento del país, la llegada de dólares del FMI y otros organismos internacionales, así como la promesa de inversiones, generan una expectativa ambigua. “La gente lo que siente y espera es que si la Argentina tiene un equilibrio económico, quiere empezar a ver desarrollos, mejores trabajos, más producción”, asegura Urios.
Sin embargo, aclara que aún no se traduce en un cambio palpable: “De ahí a que la gente lo incorpore como algo que va a ser sostenido en el tiempo, todavía falta mucho”.
La brecha entre relato y realidad
Pese a los anuncios positivos, el argentino de a pie todavía no percibe un alivio concreto. “El equipo que yo elegí para que me solucione los problemas está empezando a tener problemas”, resume Urios, reflejando una decepción incipiente en el electorado.
“El gobierno lo sabe. Por eso está siempre buscando dar buenas noticias”, admite. Sin embargo, enfatiza que “los problemas cotidianos no se solucionan” y, sin resultados tangibles, la esperanza puede volverse frustración.